SUBIR EL EBRO

28.03.2022 16:00

 

Joaquín Delgado Bernad, Jefe de Máquinas de la Marina Mercante e Inspector del Lloyds Register, jubilado en la actualidad y lector de esta web, nos ha mandado un interesante texto sobre un viaje por el río Ebro que efectuó hace unos años junto a su amigo Fernando, también Jefe de Máquinas. Utilizando un lenguaje llano y ameno, a modo de cuaderno de bitácora, describe las incidencias del viaje, el paisaje, las poblaciones y las personas. Todo ello salpicado con historia y geografía. En fin, un fresco retrato del delta y la parte inferior del río Ebro que merece ser leído y que puede servir a quien se disponga a remontar este río.

 

PRELIMINARES

A mí siempre me ha fascinado la navegación. Desde pequeño, en mis veraneos en Calafell, siempre se me iban los ojos detrás de todo lo que flotaba. Antes y después de que empezara a navegar en buques mercantes como profesional, lo hice en balsas de cañas, de acompañante de pescadores profesionales, en una chalana compartida con cuatro amigos, en barcas, lanchas y botes hasta que en en 1992 compré una embarcación de doble casco de polietileno, fabricada en Francia, de 3 m. de eslora, con un motor Evinrude de 6 C.V. de eje largo. Con ella pasé las vacaciones del mes de Agosto en Riomar, en la playa a la izquierda de la desembocadura del Ebro. Allí dispuse el amarre de la embarcación en la orilla izquierda del río fondeando un muerto improvisado entre los juncos de la orilla cerca del Camping, donde ahora proliferan los barcos de alquiler.

De allí empieza a interesarme el río y todo lo concerniente a él, navegando diariamente desde Riomar a Jesús y María, y tratando de reconocer las golas del río, incluyendo la Isla de Buda.

En 1994 compré un pequeño llaud de tres quillas fabricado en Poliéster del Vendrell, un Calabona de 4 metros de eslora, 1.60 de manga y 0.70 de puntal. Lo reparé y adecenté y también adquirí un motor de eje corto, un Mariner de 8 C.V. Con los años le arbolé un palo de aluminio, obenques y estay para aparejar un foque y una mayor cangreja. En el 2000, recién arbolado, pasé el verano en San Carlos de la Rápita. Allí navegué por dentro y fuera de los Alfaques sin alejarme de la costa por el modesto tamaño del bote. En excursiones por tierra fui conociendo Amposta, Tortosa, Xerta y Miravet, interesándome cada vez más por el río Ebro.

Comencé a pensar en navegar por este río. Por supuesto la navegación fluvial pierde la incógnita e incertidumbre de la climatología y el estado de la mar, pero tiene otros alicientes.

Yo, profesionalmente, he navegado, según recuerdo, por varios ríos: Guadalquivir, Mandeo, Elba, Wesser, Rin, Misisipi, San Lorenzo, Oregón, Ródano y Garona y si bien dejas la grandeza e infinitud del mar, ganas en la diversidad y amenidad de navegar entre dos orillas.

Influyó en mi, sin duda alguna, una de las mejores películas de todos los tiempos ─la primera película que tuve grabada en Betamax allá por 1982─: “La Reina de África” A quien no le hubiera gustado emular la odisea de aquel formidable bote a vapor tripulado por dos grandes del cine: El Bogart y la Catalina.

Empecé a investigar lo qué era necesario para navegar por el río. Obviamente, lo primero era el barco, pero mi Garbí II reunía suficientes condiciones. Acudí a Aigües del Ebre en Tortosa, donde me dieron alguna información, pero un poco ambigua. En los centros de documentación de La Generalitat en Barcelona conseguí planos. Mucha información de viva voz de amigos y conocidos. De Tripulante, mi amigo y cuñado Fernando. La base de partida y llegada: el varadero de Sama en L’Ampolla.

También había que hacer coincidir mi permiso de vacaciones, con el estado del caudal de río, que debería ser ni mucho para poder navegar con corriente en contra, ni poco para tener calado suficiente. Los meses de Julio, Agosto y Septiembre suelen ser, a la vez que Enero y Febrero, de bajo caudal los unos por la ausencia de lluvias y los otros por acumulación de nieves. Los mejores suelen ser Abril, Mayo y Junio. Al fin encontramos la encrucijada de posibilidades en las primeras fechas del mes de Junio de 2004.

P R E P A R A C I O N

A finales del mes de mayo Fernando me confirma su disponibilidad para poder salir el día 4 de Junio. El río se encuentra en buen caudal y las previsiones meteorológicas son buenas. Pido vacaciones en la oficina y dispongo de una semana de vacaciones. Preparo al Garbí II para el viaje. Lo saco del garaje lo aireo y lo lavo. Pongo el palo y reviso los herrajes y maniobra. Saco y extiendo en el jardín las velas. Arranco los motores y los lavo y repinto. Clareo ancla, cabos escala, cubo, y equipo de seguridad, bengalas, espejo, etc. Reviso la documentación del bote, motores, seguro, seguro del remolque. Compruebo rodadura del remolque y las luces así como las trincas y el equipo. Reúno la documentación y planos del río, cartas de la desembocadura y direcciones de hotel y mapas. Preparo un saco con la ropa, gorras, cámara de video, cámara fotográfica, etc. Preparo la nevera para el viaje, navaja, vasos etc.

Una vez todo a punto, engancho el remolque y el día 2 de Junio, vía Valencia, con mucha ilusión salgo de Madrid para L’Ampolla en Tarragona donde llego sobre las 4 de la tarde. Me dirijo al puerto y de allí al varadero de Sama. Contacto con el encargado, Joaquín, al que previamente había informado de nuestras necesidades. Me señaló el emplazamiento donde podía dejar el remolque con el bote, desenganché y continué mi viaje a Calafell. Dormí aquella noche en casa de Fer, mi cuñado y tripulante, y Marali, mi hermana. Antes de acostarnos ultimamos los detalles.

El 4 de Junio salimos temprano de Calafell y llegamos sobre las 9 a L’Ampolla. En el varadero preparamos al Garbí II para la partida: Llenamos los dos tanques de gasolina y una de las dos garrafas de 20 litros, más dos latas de aceite de 2 tiempos. Llenamos la nevera de hielo, botellas de agua, de vino, cervezas y coca-cholas, una lata de sardinas, una caja de postre de músico (frutos secos variados) y tres latas de aceitunas. Levantamos el palo y tensamos estay y obenques, izamos las banderas de España y Cataluña y a continuación, sobre las 10:15, el travelling puso al Garbí II en el agua, quedando amarrado en la rampa.

P A R T I D A

Día 4 de Junio de 2004, VIERNES

El día ha levantado fantástico. Hay un viento flojito de tierra y la mar está ligeramente rizada. A las 11 de la mañana con todo listo a bordo, largamos amarras y solo con el motor de babor, el Mariner, damos avante para salir del puerto. Una vez rebasada la bocana, dejamos el motor a ralentí para arrancar el de estribor, el Evinrude. Tratamos de cebar, con la nueva goma que compré en semana Santa en un provisionista de El Ferrol, pero después de varias intentonas llegamos a la conclusión de que la pera de cebado está defectuosa. Volvemos a puerto, amarramos y voy a la tienda de efectos navales del mismo. Para nuestra suerte, tienen una de recambio. La montamos y el motor funciona correctamente. Largamos de nuevo la amarra y salimos con los dos motores a la bahía. El día esta formidable y se nos olvida enseguida el pequeño percance con la goma del Evinrude. Para mitigar el mal trago, que mejor que abrir un par de cervezas y una de las latas de aceitunas. Los motores funcionan muy regulares y refrigeran correctamente. Ponemos rumbo al faro de la punta del Fangar que se distingue claramente por la proa. Le damos un resguardo de un cuarto de milla pues por aquí los bancos de arena y los bajos fondos dan buenos sustos ─Recuerdo una de mis primeras entradas en la barra del río en la que intenté, con mi embarcación de polietileno, atravesarla directamente sin dar la vuelta por la boya de recalada, quedándome varado en un palmo de agua, a más de 150 m de la playa─. A las 12:45 horas dejamos por el través el faro de la punta del Fangar y corregimos el rumbo unos grados más al sur para buscar la boya de recalada del río. Esta península es una de las zonas más singulares del delta. Siempre recordaré que en el año 1992 con mí cuñado Carlos y en la embarcación de polietileno, vinimos desde Riomar para pasar el rastrillo de las tallarinas y nos sorprendió ver con la reverberación y el calor del mes de Agosto unos coches circulado a toda velocidad por encima del agua. Nos acercamos y cuando llegamos desaparecieron. Eran espejismos. Todas las guías del Delta los señalan.

Vamos dejando atrás la playa de la Marquesa y ya empezamos a ver las primeras casas de Riomar. Esta costa la forman kilómetros y kilómetros de playas solitarias. De hecho la primera vez que con automóvil llegué a esta playa, lo hice en 1991 en el mes de Septiembre. Lo primero que se me ocurrió es darme un baño en esta playa virgen. Cuando ya estaba en traje de baño y volví a mirar la soledad de derecha e izquierda, lo pensé otra vez y resolví ir a otra más civilizada. Tal es la soledad inmensa de estas playas formadas por dunas móviles. Lo cierto es que en mar y en tierra, todas estas arenas son móviles, dependiendo en tierra del viento y en la mar y el río, de temporales y corrientes.

La mar ahora parece que está más levantada, pero sigue siendo fácilmente navegable. Rebasamos Riomar y tenemos los ojos bien atentos buscando la boya de recalada, o la marcación amarilla de dentro del río, cerca del Galatxo.

Engañados por el cruce de rompientes que se forman en la desembocadura, damos un par de rumbos cambiados hasta que Fer, que tiene mejor vista, alcanza a ver la boya roja a la que nos dirigimos y rebasamos a las 13:45.

Esta es la parte más peligrosa de todo el recorrido. Los bajos fondos de arena o bancos producen una mar cruzada que no sabes bien como cogerla, dando tumbos y con la incertidumbre de tocar con el motor en el fondo, hacer una avería o cruzarte a la mar y volcar. Por estribor hay que pasar lejos de tierra y por babor la costa es tan baja que apenas se distingue, con lo que vas a ciegas sin apenas referencias para gobernar. Siempre que he cruzado esta barra, y más ahora que ha desaparecido la boya de recalada, pasas un buen susto que solo desaparece hasta que te sientes abrigado por las dos orillas del río.

Entramos en el río Ebro, 908 kilómetros desde su nacimiento en el cántabro Fontibre hasta su desembocadura, donde ahora estamos. Los últimos 168 km los recorre en Cataluña. Vamos navegando por la margen derecha. Pasamos el chiringuito del Galatxo y, ya en aguas calmadas, continuamos río arriba. Son más de las dos de la tarde, nos hemos levantado temprano y el “hombrecillo del estomago” empieza a reclamar que alguien se ocupe de él y decidimos no marear mas la perdiz e ir a comer al restaurante de Ca la Nuri que se encuentra casi del través de la gola antigua que limita la isla de Buda por el Suroeste. Llegamos allí a las 14:35 y no queda ni un amarre libre. Una embarcación que esta atracada parece que se está preparando para la maniobra de salida y, mientras esperamos, nos hemos abarloado a otra barca en una maniobra no muy bien coordinada y Fer se va al agua con reloj y móvil. Corregimos lo corregible, Fer se cambia y dejamos el Garbí II por fin bien amarrado a las 14:45. En Ca la Nuri nos atienden de inmediato y despachamos una ensalada y paella para dos, regada con vino blanco de la Terra Alta, que recalcado con el café solo y “Carlitos el Tercero”, nos hacen recobrar las ganas de volver al río. Lástima que ninguno de los dos fumemos para cascarnos una buena faria como colofón.

A las 16:00 largamos amarras. Enseguida vemos que el viento ha arreciado y nos coge de proa, imposibilitándonos usar las velas ya que el Garbí II no es un barco de ceñida. Buscamos el socaire de la orilla izquierda. Hemos decidido navegar con un solo motor a fin de ahorrar combustible, tener un segundo motor siempre disponible y evitar tanto ruido. El río todavía es ancho y la corriente en contra no tiene mucha fuerza. Llegamos a Deltebre y poco a poco lo vamos dejando atrás por el costado de estribor, lo mismo que San Jaume d’Enveja por el costado de babor. Por ambos costados el paisaje es completamente plano pues continuamente navegamos entre arrozales. Solamente en las orillas rompe la monotonía, aquí y allá, los carrizos y los cañaverales alternados con juncos y sauces.

Nos acercamos a la segunda isla del rio (la primera fue la de Buda que dejamos por babor) y a las 18:07 empezamos a rebasar la isla de Gracia. Por aquí fue donde, el 25 de Julio de 1938, el batallón Comuna de Paris de las Brigadas Internacionales sufrió fuertes pérdidas en su maniobra de diversión a fin de cubrir el verdadero paso del rio que se realizaría entre Miravet y Mora d’Ebre, al principio de la Batalla del Ebro.

Seguimos navegando dejando la isla por el costado de babor. Hemos recorrido 18 kilómetros de río. Empezamos a ver los puentes de Amposta, se están haciendo las siete de la tarde y como no estamos participando en una regata, decidimos pasar aquí la noche.

Rebasamos el puente de la N 320 y ya vemos los pantalanes de atraque en la orilla derecha del río. Tenía referencia de que había un club náutico aquí y de hecho así lo indican los carteles orientadores de Amposta. Amarramos en lo que en realidad es un club de remo. Veo un cuartelillo de bomberos y pregunto por el club náutico. Nadie sabe nada. Al final ponemos el bote lo más cerca del cuartelillo, con todo arranchado y la esperanza de que al día siguiente lo encontremos todo como lo dejamos, cogemos las bolsas y nos dirigimos al Hotel Monsiá para pasar la noche.

Después de refrescarnos y dejar las pertenencias, nos damos una vuelta por la zona peatonal del pueblo. Al final nos decidimos por un bar de tapas con terraza al aire libre y cenamos de picoteo en un ambiente agradable. Terminada la cena recordamos que no lejos de nuestro atraque había frente a la ribera un bar con terraza y decidimos ir a tomar un cubalibre y de paso echar una ojeada al bote. Cuando llegamos allí descubrimos con curiosidad que el bar se llama “Lo Vaporet” en recuerdo del Vapor Anita.

Este barco, construido en los astilleros Salas de Tortosa, entró en servicio en 1915. El barco tenia de dimensiones 32 m. de eslora, 5 m. de manga y 2.2 m. de puntal y era propulsado por una máquina de vapor de 55 CV recuperada de otro barco que había hecho el trafico por el río: el “Ciudad de Tortosa”. Este último construido por Edwards Limes de Londres, hacía el trayecto de Tortosa a Deltebre y viceversa.

En 1925 sufrió una fuerte transformación siendo cambiada la propulsión de ruedas de paletas a hélice y desmontándose la caldera y máquina de vapor que fueron sustituidas por un motor diesel. Finalmente el barco, estando amarrado en San Jaume d’Enveja, se perdió en la riada del día 28 de Octubre de 1937, hundiéndose en aguas del Delta.

Enseguida pegamos la hebra con el dueño, Don Juanjo Fores, amante del río, estudioso del “Cami de Sirga”, que era el que se realizaba para subir los llauts cargados río arriba, siendo tirados desde las orillas por caballerías o por aquellos duros hombres que vivían de este no menos duro trabajo. Allí, después de identificarnos como la tripulación del Garbí II, estuvimos hablando del río y de nuestro proyecto hasta las 12 de la noche que nos retiramos al hotel a descansar.

S E G U N D O  D I A

5 de junio de 2004, SABADO

El sueño reparador funcionó hasta las 07:15 Me levanté como una rosa. No así Fer que según dijo, tardó en conciliar el sueño pues tuvo la mala ocurrencia de ponerse la tele para ver no se qué. Yo no llegué a contar ni tres para empezar a “darle al serrucho”...

Ducha, aseo, pagar factura y desayunar en un bar cercano un café con leche y un pincho de tortilla. Con los dedos cruzados nos fuimos acercando al embarcadero y poco a poco, primero vimos la bandera (bueno, por lo menos está), el palo completo (por lo menos no se ha hundido) y el bote... Todo completo. Toca la pesada operación de hacer consumo. Cargamos las dos garrafas de 20 litros y vamos andando a la gasolinera cercana, a 200 m. El regreso con la carga es mas empreñador pues hay que saltar una pequeña valla, rodear unos jardines, etc. Una vez en el bote, previamente a hacer el relleno del tanque, hay que hacer las mezclas, donde por más cuidado que se tenga siempre se vierte algo de combustible. En esta operación nos sorprende nuestro amigo Juanjo de Lo Vaporet, que pasea por la ribera con su mujer y su juguetón cachorro de “labrador”, que nos saluda deseándonos un buen viaje.

Terminadas las operaciones, largamos amarras a las 09:45. A las 10:00 pasamos por el bonito puente colgante de Amposta, construido en 1921 y destruido durante la retirada republicana en marzo de 1938. Fue reconstruido en 1941.

Dejamos atrás los restos del castillo y solo con el Mariner, a toda potencia, empezamos con la navegación guiada por boyas de colores rojo, que dejamos por babor y verde por estribor. Estas aparecen después del puente colgante y están numeradas. La primera que localizamos es la nº 3.

El día se presenta despejado y seguramente será caluroso. Antes de salir hemos puesto entre los obenques un toldo que había preparado para eso, pero que proyecta la sombra fuera del bote. Navegamos a una buena marcha. Aunque parece una herejía, expresamos la distancia y velocidad en kilómetros y no en millas pues los planos hacen referencia a los primeros. Hemos recorrido unos 30 km. de río y calculo que ahora nuestra velocidad es de 5 a 6 km/h. Los márgenes del río son todavía bajos. Pasamos por el puente de la autopista, el del tren y uno que soporta una tubería de gran diámetro.

A lo lejos por el costado de babor reconocemos la torre de Carrova que debió ser una torre de defensa en la época en que las tierras ribereñas eran asoladas por piratas berberiscos. A las 11:15 pasamos por la isla de Vinallop que dejamos por nuestro costado de babor. Antes de llegar a Tortosa vemos llegar una embarcación, que al vernos modera considerablemente su velocidad y toma nota, posiblemente, de nuestra matricula. Creo que son guardas del río. Luego lentamente nos rebasa y se aleja. La velocidad está limitada en el río a 6 nudos equivalente aproximadamente a 10 km/h con objeto de evitar la erosión de las orillas y perturbar a la fauna cuyo hábitat es la orilla. Me parece que los únicos que lo cumplimos somos nosotros y las embarcaciones de remo: yolas, piraguas, llauts, pero el resto de embarcaciones a motor que nos encontramos en nuestro viaje, andaban bastante más.

También es bueno recordar el hecho de que a todos los efectos legales y jurisdiccionales, el río hasta Tortosa se considera mar. A partir de esta localidad es jurisdicción de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Consecuentemente ahora, en nuestra navegación, estamos bajo la autoridad de la Capitanía Marítima, y a partir de Tortosa, de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Además, territorialmente la jurisdicción es de la Generalitat de Cataluña ¡Toma castaña!

Ya llevamos recorridos 40 km de río. Sigue siendo ancho y lento. Empezamos a ver yolas y bateles con remeros y remeras, bastante jóvenes por cierto, practicando por el río, sin embargo, en un día tan fabuloso como hoy lo que nos sorprende es la ausencia de aficionados a la náutica, a vela o a motor, e inclusive de los “Domingueros”.

Lo primero que destaca de Tortosa es el nuevo puente que creo se llama «del milenio». Empezamos a entrar en la ciudad. Son las 11:50 y hay algunos paseantes cerca de la ribera del río.

Foto de htpps://thumbs.dreamstime.com

Vemos a una persona que nos saluda al paso, resultando ser Juanjo acompañado de su perro que por lo visto han venido a Tortosa a decirnos adiós. Le correspondemos efusivamente. Antes de llegar al puente donde está el monumento a los muertos de la batalla del Ebro, vemos en el muro de la derecha del río la gran inscripción con el logo del nudo: LO RIU ES VIDA, que se convirtió en el slogan contra el trasvase de las aguas del río para el riego de los campos de golf de levante y del sur.

Empezamos a dejar atrás la ciudad ribereña, su catedral y el castillo de la Zuda, fortificación de origen musulmán que fue modificado en el Medioevo y ahora es un Parador Nacional, su barrio de la judería y sus casas o mansiones con galerías y pórticos asomando en la margen izquierda del río. Y el monumento franquista “A QUIENES LUCHARON EN EL RIO”.

Foto de https://thumbs.dreamstime.com

En cuanto dejamos atrás Tortosa nos vamos dando cuenta que a partir de aquí el río “tira” más. Se va estrechando sensiblemente y la corriente es más fuerte. El motor va a lo máximo que puede. Las boyas rompen más el flujo de la corriente y a algunas les cuesta aflorar a la superficie. Va siendo más río y nos cuesta un poco más gobernar el bote. A las 12:00 nos tomamos el aperitivo diario de cervezas y aceitunas, que nos rompen las telarañas del estomago. Todo lo de la nevera esta todavía frío sin haber necesitado repostar de hielo en el día de hoy.

Las riberas cada vez son más frondosas y altas. De vez en cuando paramos el motor para oír el canto de las aves ribereñas que nos evocan el recuerdo de aquellos trinos, ruidos y sonidos de las películas de selva.

A las 12:15 pasamos por el través de la isla Xiquina y en poco tiempo, a las 12.35 h, la isla de Audi que al igual que la anterior dejamos por el costado de babor. En esta última hemos visto un buen rebaño de toros y vacas en libertad. Estas islas tienen buena vegetación, generalmente compuesta por álamos y tarayales, así como buenas playas. Nos hubiese gustado parar en alguna de ellas, però siguiendo las instrucciones de Aiguas del Ebre no desembarcamos en ninguna para mantener su ¿delicado ecosistema?

Llevamos aproximadamente 46 km de río. A veces a nuestro paso se levantan las grullas y las garcetas que tratamos de captar con la videocámara sin resultado, pues no queremos perdernos nada por vigilar en el objetivo de la máquina. A las 14:00 el hambre nos reclama una parada y en el primer embarcadero que divisamos en la margen derecha, totalmente desangelado y cercano al pueblo de Aldover, amarramos para nuestro sagrado almuerzo. Preparamos la improvisada mesa para el gran menú sabatino: Bocadillo de sardinas en aceite, bocadillo de Atún también en aceite y postre de músico, todo ello regado con blanco Raimat Casal. Una vez terminada la colación, Fer sube al embarcadero para ver si se ve el pueblo y ve un un letrero donde lee: “Este embarcadero solo debe ser usado por los científicos que estudian el mejillón cebra”. Bueno, nos quedamos con las ganas de añadir algo con respecto a nuestro uso, pero desistimos. Está visto que a la Generalitat le sobran los cuartos.

Después de trasegar gasolina de la garrafa, largamos amarras a las 14:50 horas. A las 15:07 dejamos por babor la “isla sin nombre” que queda enfrente del Mas de Degá, antes de adentrarnos en el meandro donde en su centro se encuentra el pueblo de Xerta. El sol está muy alto y abrasa. Yo que todavía no tengo la piel tostada tengo que ir con mucho cuidado y no me atrevo a quitarme los pantalones para no quemarme las piernas. El calor es muy intenso y nos vamos turnando con Fer para gobernar, mientras el otro se refugia bajo la sombra del toldo. El calor nos impulsa a tomarnos una buena bebida fresca, y que mejor que un buen cubata.

Acordamos parar en el próximo lugar que se adivine como civilizado. Contemplamos cómo un par de pescadores, en un bote, sacaban del río un siluro, calculo que de unos 20 kilos. Su piel es negra como el betún y tiene un cabezón enorme que, en formas, recuerda a la de los tiburones. Este es uno de los regalos que nos han hecho los alemanes que lo trajeron desde allí y lo echaron al pantano de Mequinenza donde los pescan hasta de 200 kilos, habiendo devastado toda la riqueza piscícola autóctona.

A las 15:40 amarramos en el embarcadero del pueblo de Tivenys, en plena curva del río. A pocos metros del amarre encontramos un quiosco veraniego con bar y mesas en el exterior. Allí nos refrescamos los secos gaznates que después de los bocatas han quedado liofilizados. Todos los amarres del río, como mínimo, deberían tener al lado un lugar donde repostar, parar, refrescarse, comer o lo que sea. Prácticamente es el único que conocemos que cumple esta condición. Ni en Xerta, Benifallet, Miravet, Tortosa e incluso Amposta tienen a la vista un local o sitio como este donde se pueda hacer una pequeña parada a la vista de la embarcación.

Después de un cuarto de hora de descanso largamos amarras y nos reincorporamos al río. En la recta después de Tivenys vemos ya por babor la esclusa y nos dirigimos al muelle de espera donde quedamos amarrados a las 16:20 horas. Allí permanecemos a la espera de las cinco de la tarde pues la esclusa funciona a las horas en punto.

Foto de https://farm4.static.flickr.com

Enfrente nuestro se ve el azud de Xerta, barrera de 310 m de largo que atraviesa el río en oblicuo y que desvía parte de su caudal a los canales de riego de la izquierda y de la derecha y que irán mas o menos paralelos al río, acabando el de la izquierda cerca de Riomar y el de la derecha, que fue el del proyecto navegable, acaba en San Carlos de la Rapita. El Azud es de origen musulmán y sufrió varias modificaciones hasta que lo acabó de realizar un moro llamado Musa Alami.

Foto de www.xtec.cat

A las 17.00 horas con puntualidad británica se empezaron a abrir las compuertas de la esclusa e inmediatamente largamos amarras, arrancamos el motor y entramos, amarrándonos a uno de los dos flotadores guiados que están en la parte izquierda de la esclusa, siguiendo las instrucciones que nos van dando por el altavoz. Por supuesto, tanto Fer como yo tenemos experiencia en la navegación con esclusas, pues además de la de entrada a Sevilla, en el río Guadalquivir, que es de poca diferencia de alturas, yo he pasado cuatro veces por el Canal de Panamá y he hecho tres veces el llamado Sea Way que es toda la ruta de los grandes lagos para entrar navegando desde Montreal, en el Río San Lorenzo y a través de los grandes lagos para, con varias escaleras entre ellos, llegar a Chicago en el corazón de los EEUU.

El caso es que allí nos amarramos y en cuanto empezaron a abrir las válvulas e inundar hasta el nivel alto del río, empezó a trabajar el flotador al que estábamos amarrados y en poco tiempo, una vez igualado el nivel, abrieron la puerta delantera y dimos avante a las 17:05 pasando del pequeño canal al centro del río, siguiendo, como siempre, las boyas de señalización.

A partir de aquí el río cambia radicalmente y por el costado de estribor se alzan unos montes de 200 metros de altura. Distinguimos los restos de dos fábricas o edificios industriales abandonados y medio destruidos. Uno de ellos es una mina pues así está identificada y situada en el plano. A poco de salir de la esclusa, en un farallón del río, en la margen derecha, hay una especie de garita de vigilancia con señales inequívocas de disparos en toda su geometría.

La corriente al estar cerca del azud se ha dulcificado y las aguas parecen más profundas. Las márgenes son escarpadas y por la derecha de vez en cuando se ve algún coche en la carretera Tortosa - Mora d’Ebre. Poco a poco vamos distinguiendo los puntos más relevantes de las riberas, como el Mas de Zalamera o el túnel de la carretera, antes de que el río gire a la derecha. También reconocemos, por el mismo costado de babor, el puente de la carretera sobre el aprendiz de río llamado Canaletas.

Vamos viendo cada vez mas escarpados los dos márgenes, como consecuencia de estar navegando en las estribaciones de la sierra de Cavalls. Pasamos el meandro del Mas de la Cantanda a las 17:45. Al coger la recta del río rumbo norte, empezamos a ver las casas de Benifallet y el puente de la carretera sobre el río. Nos vamos acercando al embarcadero y distinguimos atracado en el mismo una gabarra convertida en “buque de pasaje”. Es el correíllo de Benifallet que se dedica a llevar turistas desde aquí hasta Miravet.

Estando ocupado todo el embarcadero y ante la velocidad de la corriente en este punto, amarramos el Garbí II dando un ancla a tierra, un largo de la cornamusa de proa babor y otro de la de proa estribor al puente de acceso al embarcadero. Durante la maniobra de atraque “pegamos la hebra” con la patrón del Benifallet, una chica de Barcelona de unos 35 años, que nos informa de que en el pueblo hay un tal “Malos pelos” que se dedica a hacer daño en las embarcaciones y a ella ya se le ha llevado unos salvavidas. Nos recomienda que nos llevemos los motores.

No le damos mucha importancia al asunto y arranchamos lo mejor posible todo con la lona de fondeo. Yendo hacia el hotel nos paramos a tomar una cerveza. La patrona nos informa del tramo del río hasta Miravet. Después nos acomodamos en el Hotel Pepo, al otro lado del pueblo. Cenamos allí ensalada, croquetas y garbanzos con bacalao y de postre ciruela al cointreau. Después de cenar y con la provisión para la comida de mañana realizada, damos una vuelta por el pueblo, recalamos en el bar de la calle mayor para tomar el cubata (el río da mucha sed) y después a dormir... Bueno yo, Fer a la vigilia del ronquido.

Tanto donde hemos ido a comprar las provisiones como en el Hotel, nos damos cuenta de que poca gente viene por el río al pueblo, ya que ponen cara extraña cuando les decimos que venimos en el Garbí II. Para comprar el hielo de la nevera hay que ir hasta una gasolinera distante tres kilómetros. Para salir del paso, lo solucionamos con bandejas de cubitos del hotel. El dueño de un almacén de fruta, un hombre mayor, nos contó que él había hecho el “cami de sirga” en su juventud.

T E R C E R  D I A

6 de Junio de 2004, DOMINGO

Nos levantamos temprano, a las 07:15 h como de costumbre. Es domingo y en el hotel no sirven desayunos hasta las nueve. Vamos al bar del pueblo que está cerrado a cal y canto. Un paisano nos dice que abren a las 08:30. Deambulamos por el pueblo y casi somos los únicos levantados. Por fin abren y nos podemos tomar un café con leche y una bizcochada. Después regresamos al hotel para coger los bártulos. Fer se queda para traer el hielo y pagar mientras que yo me adelanto para el embarcadero. Por suerte el «Malos pelos» no se ha enterado de nuestra escala y el Garbí II esta como lo dejamos.

Todavía la mañana conserva su frescor, pero el día está abierto y el cielo esta diáfano, anunciándonos una buena jornada de calor. A las 09:25 largamos amarras y damos avante. Enseguida pasamos por debajo del puente llamado Lo pont del Llaguter y de la carretera que ahora pasa a la margen izquierda del río.

1916 - Foto de https://hispagua.cedex.es

Vamos a hacer el tramo más bonito, donde el río va encauzado entre montañas. Entramos en el llamado Pas de Barrufemes. Hemos de tener en cuenta que vamos a pasar entre dos sierras, la de Cardó de 940 m de altura por estribor y la de Caballs, estribación del macizo del Port de 1447 m por babor. La corriente es regular y en sus escarpadas orillas no existen carreteras o caminos a la vista. A babor y estribor se alzan los picos de la TOSSA (428.8m), el COLLET, la roca dels PENJATS, L'ASTET (225,9m) que impresionan por su altura y proximidad. La corriente, según se va estrechando el río, va teniendo más tiro , pero el viento suave de popa nos va favorece en algo.

A las 10:13 estamos al través de la boya 186, pasado ya el tramo casi recto del río, con un rumbo Noreste. Por el costado de estribor tenemos L’Astet y por babor la Roca Fulletera, impresionante acantilado que a modo de frontón se prolonga hasta el inicio de la Playa de Penyagats, donde el rio se cierra en un zigzag derecha- izquierda con aguas verdes y en zonas profundas, siendo el último meandro que encontraremos hasta Miravet. Llevamos recorridos 70 km. de río.

Fernando

Este tramo de río es impresionante y soberbio, lo mismo por proa que por popa, no solo por su imagen sino por su contraste, su murmullo, el sonido de su silencio, la ausencia de la huella humana que últimamente nos persigue allí donde vamos.

El autor

Con ganas de que este recorrido no se termine, vamos enfilando la última recta del río. Siguen apreciándose a babor y estribor las grandes alturas coronadas por farallones típicos de esta particular orografía. Por babor se destaca el Xesa de 196 m y por estribor las alturas de Rasquera con 198,9 m por no ser exhaustivo. Empieza a apreciarse entre la bruma matutina el promontorio rocoso que corona el castillo de Miravet con una altura de 220 m sobre el río, una de las ruinas templarías mas fotografiadas, pintadas, con más historia y más formidables de las que conozco.

El castillo que domina el paso del río, como la mayoría de los baluartes de la península, lo construyeron los musulmanes. Fue uno de los últimos en ser tomado por Ramón Berenguer IV en la reconquista de Cataluña. La Orden del Temple había asentado su encomienda desde el año 1191 y en 1308 el castillo fue enclave y escenario de la resistencia de dichos caballeros ante las huestes de Jaime II. También fue escenario de las guerras carlistas y, más recientemente, de la batalla del Ebro en 1938.

En este último tramo vemos por babor un par de bonitas casas construidas con troncos, indudablemente morada de gente de buen gusto, que casi se confunden con la espesa vegetación de las altas riberas. Ciertamente nos dan envidia sana estos privilegiados que además disponen en la ribera de un atraque para su potente motora. Estamos llegando a Miravet y en una lancha se nos acerca un joven y amable guarda del río que con su embarcación nos va haciendo de “practico” y nos va señalando el acceso más seguro dado que el balizamiento no es muy fiable.

Por el costado de babor , cerca del pueblo, se ve en la ribera una vieja torre. Nos dice que era el inicio de un azud musulmán cuyas piedras yacen desperdigadas por el lecho del río. Así que el joven guarda nos indica que nos arrimemos a la ribera izquierda. Cerca ya del farallón donde se alza el castillo, se inicia este bonito pueblo con sus casas colgando y asomándose al río sobre el muro de piedra, creando un conjunto envidiable e inolvidable.

Siguiendo al guarda y controlando la fuerte corriente acompañada de remolinos producidos por el cambio de dirección del río, nos vamos acercando al embarcadero. Este está situado después del pueblo y antes del paso de barca, en la margen derecha. Volvemos a dar un ancla a tierra, situándonos al socaire del muelle flotante, a fin de evitar el flujo de la fuerte corriente.

El guarda nos aconseja no subir hasta Móra d’Ebre pues faltan muchas boyas en este tramo del río, corriendo el riesgo de varada, o, lo que es peor, de colisión con alguna piedra que nos rompa la hélice. Además nos dice que el río a partir de aquí vuelve a ser de ribera baja.

Hemos remontado 76 kilómetros y subido 26 metros sobre el nivel del mar y confiados en haber disfrutado de lo mejor del río, acordamos iniciar el descenso.

Compramos vino, mandamos unas postales, nos tomamos un refresco y fascinados por la belleza del lugar, con gran pesar, largamos amarras a las 12:05. Damos avante solo con el Mariner y a media potencia pues la corriente nos impulsa a más velocidad que los dos motores a plena potencia. Lo que es una lástima es tener el viento en contra que nos impide, de nuevo, utilizar la vela y apagar el motor para poder disfrutar más del ambiente y los sonidos del río, pero sin vela o sin motor no podríamos gobernar.

La bajada se hace muy rápida y antes de llegar al meandro de la curva de Penyagats nos cruzamos con la gabarra Benifallet con pasaje de turistas.

Saludamos y hacemos sonar la bocina de aire que hemos utilizado en pocas ocasiones en este viaje. A las 12:45 pasamos frente a la boya 182, al través de la roca del Penyants. Con esta referencia calculo que andamos a más de 10 km/hora.

A las 13:07 Benifallet por el través. Hacemos cálculos y con objeto de no perder la hora de la esclusa, bajamos el Evinrude y lo ponemos en funcionamiento junto al Mariner que sumado a la fuerte corriente del río, nos da una velocidad absoluta de más de 12 kilómetros por hora. Nos vamos despidiéndo de todos estos bellos lugares que han enriquecido nuestro conocimiento del río, fijándonos en aquellos que nos llamaron más la atención. A esa velocidad llegamos al muelle de espera de la esclusa de Xerta a las 13.40.

Amarramos y damos un bocinazo de aviso para hacer notar nuestra presencia a los responsables de la esclusa. En esa espera y por encima del muro del canal, vemos a los domingueros gozando de un de un día espléndido en la playa que forma el río en el otro lado del azud. A las 14:03 nos abren la compuerta y volvemos a realizar la misma operación de ayer, pero en sentido inverso.

Salimos al río y vamos solo con el Mariner a media máquina, sin prisa, disfrutando de la navegación fluvial y del espléndido día. Se nos hace la hora de comer en el paso por Xerta, de modo que amarramos en el desaprovechado y espléndido muelle sin lugar donde tomar ni un pirulí. Tenemos que hacer uso de toda la vitualla y bebida que llevamos para preparar la colación: bocata de catalana, queso holandés masdam, nueces del país, todo ello regado con vino de la “terra alta”.

Foto de https://www.botigadelebre.com

Largamos amarras una vez finalizada la comida y a media máquina continuamos bajando por el río más rápidos que en la subida. El sol cae con fuerza y para refrescar el gaznate nos preparamos un calimocho pues el vino de la terra alta es muy recio para tomar en estas condiciones.

A las 16:41 rebasamos la isla de Audi dejándola, como en la subida, por el lado de estribor. Sigue habiendo fuerte corriente y, como en el viaje río arriba, no se ve un alma. Solo nosotros y el río. Empezamos a ver las casas de Jesús y de Tortosa y a las 17:10 pasamos el último de sus puentes.

La gasolina se va terminando y paramos en un embarcadero solitario sin servicios (como en el que paramos para comer en la subida) situado en la margen derecha. Amarramos y trasegamos la gasolina del Evinrude al tanque del Mariner. Nos va a llegar justo. Continuamos bajando a la misma marcha que antes hasta que vemos el puente de piedra de Amposta a donde llegamos a las 19:00 horas.

Utilizando lo aprendido atracamos justo enfrente de Lo Vaporet pues suponemos que el bote estará más vigilado. Después de refrescarnos en el hotel, callejeamos hasta encontrar un sitio: La gla d´or (la bellota de oro) donde cenamos muy bien a base de embutidos, pan con tomate y vino. Después nos vamos a Lo Vaporet a tomar el cubata y comentar con Juanjo el viaje por el río. Descansamos (por lo menos yo) a medianoche.

C U A R T O  D I A

7 de junio de 2004, LUNES

Se levanta el día no tan limpio como los anteriores. Aquí dirían un poco greñal. Después de desayunar cargamos solo 20 litros de gasolina para poder navegar con seguridad aunque no la vayamos a consumir. Largamos amarras a las 09:45…

El viento es ligero pero nos viene de proa. Vamos solo con el Mariner a media máquina. Entre los temas que vamos abordando es ver cuántas especies de árboles somos capaces de distinguir. Que recuerde, llegué a 34 diferentes.

El viento comienza a arreciar según va avanzando la mañana y empezamos a sufrir salseros* que hacen incomoda la navegación, pese a que vamos buscando el socaire de las orillas, bien la izquierda, bien la derecha según se orienta el río. Nuestro amigo se despide de nosotros gastándonos sus bromas y en un condenado tramo, las olas son tan altas y frecuentes que nos obligan a moderar más para evitar los pantocazos, vamos, hablando en plata, capeando de proa.

Dejamos las dos islas (Gracia y Buda) por el costado de estribor y a las 12:00 estamos al través de Ca la Nuri. Con este viento y estado del río, nos preguntamos como va a estar el mar en la desembocadura y acordamos que si está muy dura, entraremos en el nuevo puerto de Deltebre para, con un taxi, ir a buscar el coche y el remolque a L’Ampolla y varar el barco aquí.

Salimos fuera del río, recalando en la boya roja a las 12:20 con mar y viento del este fuerza dos a tres y resolvimos seguir pues peor que en la desembocadura no va a estar. Damos rumbo al faro de la punta del Fangar con toda avante del Mariner solo. Para el aperitivo esta vez no disponemos de aceitunas y como acompañamiento al vino de Batea, Fer improvisa con un resto de queso, pan y music. Es nuestra última colación a bordo.

A las 13:10 tenemos por el través la grácil silueta, blanca con la banda roja, del faro de la punta del Fangar, un faro peliculero que sale en la película “Sahara” de la Penélope Cruz.

Dejamos el faro por la popa y damos rumbo directo a L’Ampolla.

El autor y Fernando

 Amarramos a las 14:10. Dejamos el bote en Sama y nos despachamos una buena Fideuà en el Piñana. Después de comer arranchamos el bote sobre el remolque, quedando listo y dispuesto todo a las 18:00 horas.

RESUMEN Y CONCLUSIONES.

Lamento dar las distancias en kilómetros en vez de en millas como seria lo correcto en una navegación, pero los planos de la Generalitat emplean estas unidades. Redondeando las distancias son:

Ampolla-Boya roja..............  15 km

Boya roja-Amposta.............  27 km

Amposta-Azud Xerta...........  30 km

Xerta-Benifallet...................  18 km

Benifallet-Miravet ........…...  11 km

Lo que hace un total de 91 kilómetros, de los que 15 son de mar y 76 de río.

Los tiempos empleados en recorrer estas distancias en los regímenes que se han descrito son:

Ampolla-roja..........................  1h 15m

Roja-Amposta........................  4h 17m

Amposta-Xerta.......................  5h 15m

Xerta-Benifallet......................  1h 15m

Benifallet-Miravet……………...  1h 50m

Total..................................... 14h 02m

Miavet-Xerta……………  1h 35m

Xerta-Amposta............. 4h 00m

Amposta-Roja..............  2h 35m

Roja-Ampolla...............  1h 40m

Total ........................... 9h 40m

Contando únicamente el tramo de río, son 12h 37m de subida y 08h 00m de bajada.

Las velocidades obtenidas son 6.08 km/h Mariner a toda máquina en subida y 9.50 km/h Mariner a media máquina en bajada. El consumo de combustible ha sido 80 litros aproximadamente.

La nevera hizo un buen trabajo y con dos bolsas de hielo aguanta bien un par de días.

El viaje por el Río: La travesía, según nuestro criterio, vale la pena hacerla a pesar de las múltiples dificultades que presenta en cualquiera de sus variantes: La que hemos realizado o Deltebre-Benifallet-Miravet-Deltebre, un viaje rápido de solo dos días.

Una importante observación es que me hubiese gustado mucho bajarlo a vela. Subirlo sería casi imposible. Hay que repetirlo.

ALERTA - Posibilidad de gasolina solo en Amposta: Repsol junto al muelle.

EPILOGO

Al año siguiente compré un barco de 5 metros. Una Glastrom Mediun Day 171 con un motor de 75 CV y otro de 10 CV llamado PILLU. Después de traer el barco desde el puerto de El Garraf con Fernando, iniciamos la que iba a ser la segunda subida, está mucho más rápida, hasta Miravet. Pero nuestro gozo en un pozo pues el río estaba lleno de algas y no pudimos pasar de Amposta. Cada diez metros había que levantar la cola y limpiar la hélice de algas. Nos dio tanta rabia que determinamos ir a San Carlos a comer una paella y volver a Deltebre a amarrar.

Con esto creo que se nos han acabado las subidas pues el «Pillu» ahora está en Mugardos, A Coruña.

Joaquín Delgado Bernad - 2018

* rociones o salpicaduras

 

Cuatro tormentas fluviales

Un cuento de pájaros