La caza del Snark. Séptimo espasmo.
Séptimo espasmo
El Destino del Banquero
Lo buscaron con dedales y con mucho cuidado,
con tenedores y esperanza fue perseguido,
le amenazaron con una acción en bolsa,
con sonrisas y jabón fue seducido.
El banquero, al que entró gran coraje,
(todo el mundo esto comentó),
corrió hacia adelante a buscar al Snark
y así de su vista desapareció.
Y mientras buscaba con dedales y cuidado
un veloz Atatrapa se acercó de repente
y atrapó al Banquero que gritó horrorizado
e intentó escapar muy inútilmente.
Diversas versiones del Atatrapa (Bandersnatch)
Le ofreció descuentos y también un cheque
al portador por siete libras veinte
pero el Atatrapa sólo estiró el cuello
y atacó al Banquero repetidamente.
Sin pausa ni descanso él se defendió
dando brincos y saltos hasta desmayarse,
pero aquellas furivajes mandíbulas
a su alrededor crujían sin casi cansarse.
Huyó el Atatrapa al llegar los otros
Ya que los gritos de terror se oían
Tocando su campana dijo el Campitán:
“Esto era lo que yo ya me temía”.
Con el rostro negro ya no parecía
el que hasta entonces siempre pudo ser,
hasta su chaleco palideció de horror.
Aquello era digno de ver.
Se levantó vestido de etiqueta
para el pavor de los presentes aquel día
y con muecas grotescas intentó explicar
lo que su lengua decir no podía.
Se hundió en un sillon, se mesó los cabellos
cantando en tono tontieso
palabras que demostraban lo loco que estaba
mientras castañeteaba un par de huesos.
“Dejadle a su suerte, se está haciendo tarde”.
El Campitán dijo: “Si nos descuidamos,
con el tiempo perdido hasta ahora,
antes de la noche un Snark no pillamos”.
Nijar, 23 de enero de 2014
Emilio Bisbal Moya
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