La caza del Snark. Cuarto espasmo
Cuarto Espasmo
La Caza
El Campitán arqueó el ceño y frunció una ceja.
“Si esto antes hubieras explicado,
es un poco tonto mencionarlo ahora
cuando el Snark tenemos al lado”.
“No nos gustaría, como te imaginas,
si jamás se te volviera a encontrar
mas, que duda cabe que mejor sería
que lo hubieras dicho antes de zarpar”.
“Es un poco tonto mencionarlo ahora,
como creo que ya antes comenté”.
y aquel sujeto al que llamaban “hola”
dijo suspirando: “Yo ya os lo avisé”.
“Se me puede acusar de asesinato,
me falta el sentido en ciertas ocasiones,
pero dar a propósito falsas excusas
nunca estuvo entre mis pretensiones”.
“Lo dije en hebreo, luego en holandés
Luego en alemán y en griego también
Mas no recordaba, ese es mi problema,
Que usted sólo sabe hablar en inglés”.
El Campitán dijo: “Que historia tan triste”,
con su cara cada vez más larga
pero ya que has acabado el relato,
es absurdo seguir con la charla.
“El resto de mi discurso”, les dijo
“lo oiréis cuando tenga más tiempo,
pero el Snark está cerca, creo haberlo dicho,
nos espera la gloria, seamos ligeros”.
“Buscadlo con dedales y con mucho cuidado,
con tenedores y esperanza hay que perseguirlo,
amenazadlo con una acción en bolsa,
con sonrisas y jabón hay que seducirlo”.
“Ya que el Snark es muy peculiar
y no se puede atrapar de cualquier modo
poned en práctica lo que sabéis
aunque no sepáis, intentadlo todo”.
“Pues Inglaterra espera…, ¿para qué seguir?
Esta frase impone, pero está obsoleta,
mejor que preparéis para la lucha
lo que necesitéis de vuestras maletas”.
El banquero entonces barró un cheque en blanco
y cambió calderilla por papel moneda
el Panadero se atusó el bigote
y sacudió el polvo de sus siete prendas.
El limpiabotas y el broker, por turnos,
afilaban una gran azada
aunque el castor siguió haciendo encaje
sin interesarse en lo que tramaban.
Pero el abogado apeló a su orgullo
y en vano citó varios casos
en los que hacer encaje infringe la ley,
mas el Castor siguió su trabajo.
El que hacía sombreros, furioso pensaba
como poner lazos a la moda del día,
mientras el de los Billares, temblando su mano,
la punta de su nariz con tiza cubría.
El Carnicero, un tanto nervioso
Se puso elegante. Guantes de piel, gorguera rizada.
Dijo que era casi como ir a cenar.
Dijo el Campitán: “Eso son bobadas”.
“Presentádmelo” dijo “si lo vemos juntos”.
Con la cabeza asintió el Campitan.
Dijo como siempre en su astuto tono:
“Bueno, ya veremos el tiempo que hará”.
Al ver que el carnicero estaba cortado
el Castor gruñendo demostró su enojo
y hasta el panadero, que era gordo y tonto
intentó sin suerte guiñar un ojo.
“¡Sé un hombre!” Bramó el Campitán
cuando vio que el Carnicero se venía abajo
“Si encontramos un Jub-Jub, ese ave rapaz
necesitaremos fuerzas para ese trabajo”.
Lo buscaron con Esperanza
Nijar, 3 de enero de 2014
Emilio Bisbal Moya
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