El momento político en Cataluña (VIII)
Parece que nada pasa, pero el hecho de que se mantenga el enfrentamiento entre los gobiernos catalán y español significa todo lo contrario: El procés* sigue su curso. El gobierno catalán sigue dando pasos ―más teóricos que prácticos― para que el próximo día 1 de octubre se vote en referéndum sobre la autodeterminación, y el gobierno español sigue impugnando todas las normas y las declaraciones de voluntad políticas (sic) que su homónimo catalán publica.
Por el camino tenemos una sentencia firme condenatoria (al senador y anterior vicepresidente del gobierno catalán) y otra, pendiente de la previsible confirmación del Tribunal Supremo, para el anterior presidente y dos consejeras (ministros) del gobierno catalán. Parece que ambos gobiernos, y los partidos que les dan apoyo, se han enrocado en sus posiciones y que ni uno ni otro se dejan llevar por los consejos de unos y otros encaminados a lograr el conveniente diálogo intergubernamental. Rajoy y los suyos anteponen la ley a la democracia, y parecen olvidar que si ahora gobiernan en España es porque hace poco más de 40 años, se optó por lo contrario: anteponer la democracia a la ley. Se dirá que esa ley había sido promulgada por una dictadura, pero de ella participaban algunos ―no pocos― de los que, hasta hace pocos años, integraban el actual partido en el gobierno de España.
Los dos frentes antagónicos han visto como entre quienes los configuran han aparecido dudas: la firmeza del gobierno español en su posicionamiento no admite grietas, pero cuando menos algunos de sus adláteres han asumido errores en el pasado y que estos errores han llevado al crecimiento masivo del sentimiento de desarraigo catalán en relación a España. En el lado catalán personas muy próximas al gobierno, tanto que algunas formaban parte de él, han publicitado sus dudas respecto a la viabilidad de llevar a cabo el proyecto independentista. No ponen en duda que, de lograr la independencia, Cataluña ganaría mucho en el aspecto económico, pero sí dudan de la posibilidad real de obtener ésta ante la inamovilidad política del gobierno español.
¿Y el pueblo? ¿Qué dice el pueblo? En uno y otro lado la ciudadanía deja que quienes la gobiernen digan y hagan (más digan que hagan). No hay constancia pública de refriegas ni de situaciones violentas de ningún signo en ningún espacio. Los políticos españoles descalifican a los independentistas catalanes y los insultan (llamarles nazis casi es un piropo), mientras que éstos les tildan de antidemocráticos por no dejar que el demo ―el pueblo catalán― ejerza la cracia ―la fuerza política― con su voto. Entre los chascarrillos que suenan por las llamadas redes sociales, figura uno simpático (desde la óptica independentista): Si los españoles creyesen de verdad que la independencia sería nefasta para Cataluña, !seguro que nos la concederían!
Sigue pues enrarecido el ambiente político, pero la calle sigue apacible y tranquila. Agosto es tradicionalmente un mes con poca actividad política, pero la proximidad de la fecha elegida para que tenga lugar el referéndum invita a pensar que este agosto será una excepción. Muy probablemente los políticos con responabilidades de primer orden en Cataluña y en España no podrán alejarse mucho de ellas con motivo de las previsibles vacaciones veraniegas. Tampoco gozarán de mucho margen de maniobra los magistrados del Tribunal Constitucional, entre los cuales ―todo hay que decirlo― no han aparecido fisuras para cortar jurídicamente (¿o será también políticamente?) los anhelos, del gobierno catalán y de la mayoría parlamentaria que lo sustenta, de celebrar el referéndum.
En Cataluña, que lógicamente es donde el “procés” interesa más, quien más quien menos desea que de una u otra manera se ponga término al mismo, pero, eso si, sin ruido de sables ni sin que los uniformes verdes o caquis se adueñen de las calles (G.C. y ejército). De no ser así, nadie saldría vencedor porque si se vence, pero no se convence, también se pierde.
Casi con toda seguridad, la próxima colaboración del infrascrito se producirá cuando las urnas hayan hablado o, por contra, cuando éstas no hayan podido salir de sus almacenes en la fecha prevista. Al no tener una bola de cristal, no puedo hacer un pronóstico, pero ello no me impide formular un deseo: !Que no se desborde la situación, si es que ya no lo está!
Josep Niubò i Claveria
Barcelona, 10 de julio de 2017
* procés: nombre catalán, pero asumido también en Madrid, para designar la actuación del gobierno catalán encaminada a cumplir con la promesa electoral que le llevo al gobierno.
The Catalan Question: From Charlemagne to Puigdemont