Dar la banda o varar un velero con los medios de a bordo
Supongamos que estamos con nuestro velero en un remoto lugar del mundo donde no hay puertos, ni varaderos ni gruas ni, por supuesto travel lift y tenemos la necesidad imperiosa de carenar la embarcación.
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O bien estamos en algún pais industrializado, pero no tenemos el dinero para pagar uno de los anteriores sistemas mecánicos para sacar el barco del agua y seguimos teniendo la misma imperiosa necesidad de acceder a la obra viva del barco.
Si estamos en mares más o menos cerrados (Mediterráneo, Caribe, etc.) o en otros lugares del mundo con amplitudes de marea (diferencia entre la pleamar y la bajamar) pequeñas, será mas difícil que si el lugar en donde estemos goza de amplitudes superiores al calado de nuestro barco.
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Empezaremos con el primer caso. Imaginemos que estamos en el Mar Caribe, fondeados frente a una playa de arena con palmeras que crecen casi hasta el agua, protegida por un arrecife.
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Supongamos que en ese hermoso lugar, la amplitud de la marea es de entre 0,15 y 0,30 metros. En primer lugar aligeraremos al máximo la embarcación desembarcando lastre, agua, víveres, perchas, repuestos, herramientas, etc, etc. Una vez aligerado al máximo, fondearemos con dos anclas (por proa y popa) paralelos a la playa con la marea creciente. Daremos traveses y esprines a sendas palmeras de la playa y viraremos de ellos mientras filamos cadena o cabo de las dos anclas, según suba la marea. Llegada la pleamar y antes de iniciarse el reflujo viraremos de una driza previamente afirmada a una palmera para que el barco escore hacia la banda de tierra. Esperaremos pacientemente hasta la bajamar y llegada esta, templaremos los fondeos y seguiremos virando de la driza para que el barco se acueste y se apoye más y más en la banda hasta donde sea posible según las formas del casco. Con esta maniobra dejaremos al descubierto toda o casi toda la obra viva de un costado. Seguramente la parte baja de la quilla o parte de ella no quedará al descubierto, pero ya sabemos que nada es perfecto y será suficiente en la mayoría de los casos. Para descubrir la otra banda procederemos de la misma manera pero con el barco en dirección opuesta o en la misma si disponemos de más fondeos, coderas o un providencial y cercano islote del lado de afuera.
También se puede dar la banda con el barco situado a una manga y media de distancia a un muelle no muy alto en donde se puedan afirmar las drizas o los aparejos, procediendo de similar modo que en la maniobra anterior.
Mi experiencia se limita a veleros de hasta 40 toneladas de desplazamiento, pero imagino que se puede hacer con veleros mucho mayores, tal como hacían los piratas del Mar Caribe de los siglos XVI y XVII.
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O tal como se hacía, con ayuda de chatas, con los veleros de carga en la mayoría de los puertos mediterraneos hasta finales del siglo XIX.
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Los aparejos para escorar estos últimos barcos se solían fijar en la parte superior de los palos machos.
Foto de Cultura marítima de les Illes Balears i de les Pitiüses: Pailebot Francisca Casanovas en Portocolom
En el segundo caso, si la amplitud de la marea es superior a nuestro calado la cosa es bastante más facil. Muchas veces se hará necesario hacer la operación con las mareas de sizigias o vivas que es cuando la amplitud es mayor.
Hay varios sistemas, utilizándose el más adecuado al lugar y al barco:
1.- El barco es o de fondo plano con la orza abatible o biquilla o disponemos de dos patas que mantengan el barco equilibrado cuando desciende el nivel del mar.
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Es el caso más sencillo pués únicamente deberemos fondear con pleamar en un lugar con la superficie del fondo nivelado y liso, preferentemente de arena gruesa, alzar la orza y el timón o fijar las patas si es el caso y esperar a que baje la marea. Tendremos ambas bandas de la obra viva en seco y una agradable piso para poder limpiar, pintar, calafatear, o reparar la misma.
2.- Disponemos de un muelle o superficie vertical con el fondo nivelado, en donde apoyar lateralmente nuestro barco y con una profundidad adecuada que combinada con la amplitud de la marea nos permita dejar el barco en seco sin apenas escora.
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Únicamente tendremos que disponer defensas y/o maderos en el muelle y en el barco para que el costado no se dañe al apoyarse y afirmar el chicote de una driza en el muelle, a unos metros de su borde, para dando un poco de tensión a la misma hacer caer el barco hacia el muelle cuando descienda la marea y el barco se apoye en el fondo.
3.- Tenemos a mano una orilla con pendiente. Se trata de situarse lo más cerca posible de la orilla con la pleamar y con el reflujo, desde lo más arriba posible de la pendientel se tira del extremo de una driza hecha firme a bordo y el barco se tumbara docilmente. A causa de la pendiente, nos ahorraremos unos cuantos grados de escora que, según el tipo de carena, será considerable.
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4.- No tenemos ninguna de las anteriores opciones. Efectuaremos la misma operación anterior, pero tirando del extremo de la driza lo más lejos del barco que podamos para que el barco caiga del costado que queramos y nos resignaremos a que el barco tome una escora exagerada.
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Se presupone que el barco es estructuralmente sólido, tiene la estabilidad adecuada y sus formas permiten acostarlo. Probablemente no sea posible usar todos los sistemas descritos anteriormente, si es un barco de diseño moderno con dimensiones y formas extremas.
Barco del navegante vasco José Luis Ugarte. Foto: https://3.bp.blogspot.com/
En todos los casos, previamente habremos fondeado, un ancla como mínimo, por el lado de fuera para, terminada la faena, poder salir facilmente.
Cuando se aproveche la marea, aunque la amplitud de la misma no sea importante, se tendrá la precaución de dar una banda dos bajamares antes de la viva, la otra banda en la siguiente bajamar, para poder abandonar el lecho de la varada en la pleamar de sizigia, antes de que la amplitud empiece a decrecer y quedemos varados hasta la siguiente marea viva.
Obviamente, las drizas o aparejos que utilicemos, seran proporcionales al peso o desplazamiento del barco y el lugar escogido para realizar la varada estará protegido del oleaje natural y, en lo posible, del provocado por embarcaciones desaprensivas navegando en las cercanías a gran velocidad.
Román Sánchez Morata 10-08-2014