Barca gallega de pesca artesanal - 1966
"Carmiña" en el puerto de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) en 1969
Durante la semana santa de 1966, mis padres, mi hermana y yo hicimos un viaje a Galicia a bordo de un Seat 600. Desde el primer puerto gallego que visitamos -probablemente Viveiro-, mi padre quedó prendado de las barcas de pesca gallegas. Decía: “Ademas de ser hermosas, estas barcas tienen que ser muy marineras para poder afrontar los duras condiciones de estos mares”. A la gente mediterránea, que no conoce mareas, ni corrientes de marea, que salvo por algunos días de calima, disfruta casi siempre de suficiente visibilidad, que apenas sufre las borrascas invernales del W o NW, además de estar, en general, a sotavento de la costa cuando estas ocurren, las aguas de las costas gallegas nos parecen difíciles y procelosas.
Después de visitar la ciudad de A Coruña y el faro de la Torre de Hércules, nos asomamos a la famosa Costa da Morte y el faro de Finisterre. Después pasamos por Cee y seguimos la carretera que va por el este de la ría de Corcubión y hacia el sureste, hasta llegar a la playa de Ézaro. Nos paramos cerca de unas pocas casas en esta playa magnífica y salvaje.
Mi padre descubrió el esqueleto de una barca en construcción al lado de las casas y nos acercamos a mirar. Un carpintero de ribera y su ayudante estaban colocando una cuaderna en su sitio. Las formas del casco se adivinaban y mi progenitor quedó fascinado. Enseguida surgió la conversación con el maestro carpintero. Para abreviar, a las pocas horas se pusieron de acuerdo y mi viejo le encargó la construcción de una embarcación de 8 metros de eslora, igual a otra construida por él que pudimos ver con detalle.
De vuelta a Barcelona, mi padre le hizo una transferencia bancaria a D. Ramiro y este inició la construcción de la futura “Carmiña”.
A finales de mayo o principios de junio mis tíos maternos Carlos, Paco y mi padre hicieron un viaje relámpago, a bordo del 600, para ver el esqueleto del barco.
Uno o dos meses más tarde mi tío Manolo -hermano mayor y socio de mi padre- y mi primo Guillermo de vacaciones por la zona, se acercaron a Ézaro a entregar otra cantidad de dinero y a echar una ojeada.
En enero del año siguiente, antes de colocarle la caseta, se le instaló el motor.
El 17 de febrero del mismo año, el barco estaba listo, a flote, probado y con su documentación en regla. Cuando las condiciones atmosféricas lo permitieran, lo trasladarían a Brens para cargarlo en un camión que lo llevaría al puerto de Vilanova (Barcelona).
No recuerdo la llegada a Vilanova, probablemente porque no fue en día festivo. Si recuerdo la primera vez que la vi atracado proa al muelle y muerto por la popa.
Recuerdo mi primera salida a bordo de la "Carmiña y lo emocionado y excitado que estaba. Ahora, con la perspectiva que dan los años transcurridos, puedo imaginar como debía sentirse mi padre. Tras años de asalariado en diversos talleres de fotograbado, junto a su hermano habían montado un pequeño negocio del ramo: "Clisés Damians". Mi padre era muy trabajador y, en algunos aspectos, innovador y con 44 años había conseguido que el negocio fuera rentable. Gracias a ello su sueño de tener barco propio se hizo realidad.
En años anteriores había obtenido el título deportivo de "Patrón de Yate" que por aquel entonces se estudiaba en la Escuela Oficial de Náutica. Junto a otros titulados de su promoción, un verano habían alquilado un pailebot, navegando a su bordo hasta la isla de Alborán. Junto a algunas salidas a bordo de una barca sin cubierta de 6 metros de un amigo, este era todo su bagaje náutico.
Se cumplían los sueños ¡iba a estrenar su primer barco!
Salida familiar - 1967
Construída en madera por el carpintero de ribera Ramiro Rodríguez Rodríguez. Roble para la quilla, roda, codaste y cuadernas. Pino gallego para el resto. Puntas y clavos galvanizados. Matrícula de Corcubión, folio 30, lista de Recreo, Grupo I, Clase J. Eslora 8 metros, manga 2,50, puntal 0,82 y contorno 1,60 metros (En la documentación el puntal es de 1 metro y el arqueo total de 4,7).
Estaba propulsada por un motor SOLE DIESEL DCM 30 de 18-20 HP y arranque manual. El cambio y el control de revoluciones únicamente eran accesibles desde el interior del barco por lo que el papa em va ensenyar a manegar-ho y me nombró mecánico. En las maniobras ejecutaba las ordenes a la máquina del patrón.
Arrancar ese motor no era cosa fácil. Yo no lo conseguí hasta dos años más tarde. En el artículo Motores diésel marinos españoles explico con detalle el arranque de este modelo.
En 1968 navegamos hasta el puerto de Barcelona para sacar la “Carmiña” del agua, en el varadero -de carro- de Barcelona situado donde ahora está MB92.
Yo pronto cumpliría los 16 años y había empezado a estudiar en la Escuela Oficial de Náutica de Barcelona para Radiotelegrafista de la M.M., y con sumo gusto ayudaba a mi Viejo.
No sé si fue en el verano de ese mismo año o en el siguiente que, junto a mis amigos Quim y Carlos, hicimos un fallido crucero a las islas Columbrets. El viento soplaba de lo lindo en el golfo de Sant Jordi y mi padre, que en la mar era muy prudente, decidió recular hasta la Atmetlla de Mar. Pero igualmente guardo un buen recuerdo de ese crucerito.
El interior era muy espartano. Se podía estar de pié en la timonera que, en el mamparo de popa, disponia de una rueda solidaria a la del exterior para gobernar protegido en caso de mal tiempo. El motor ocupaba el centro del barco y era totalmente accesible. El pasillo a estribor del motor era impracticable debido a la salida lateral del escape. En babor tenía una litera donde podían dormir dos con la cabeza o los pies enfrentados y el paso hacia delante. En proa tenía un pequeño camarote con dos literas en V donde se podía estar sentado.
Mi padre utilizaba la barca principalmente para pescar. Recuerdo especialmente las salidas nocturnas para pescar calamares.
Cuando la barca se quedaba a la deriva para poder pescar al volantín, se atravesaba a la mar y se movía a conciencia. En ese caso, la mayoría de acompañantes ocasionales sufrían el llamado "mal de mar". En algunas salidas con mala mar, la Carmiña demostró sobradamente sus cualidades marineras.
Con el tiempo le instaló un pequeño mastil en el que se podía aparejar un velamen auxiliar
El 11 de abril de 1971 lo vendió a un suizo por un poco más de lo que le había costado. Se quejaba de una pequeña vía de agua permanente en el codaste y de que, con el tiempo, el pino gallego se pudría
Mi hermana, que tiene muy buena letra, era la encargada de registrar los costes de la embarcación:
Costes, en pesetas, de la embarcación denominada “Carmiña”
Contrato verbal 1ª entrega 2.000
Transferencia bancaria 2ª entrega 20.000
En mano 3ª entrega 20.000
4ª entrega, pago motor y gastos 126.083
Instalación eléctrica 8.500
Factura calafate 4.570
Escritura 1.000
SUBTOTAL 182.153
Camión de transporte y grua 13.000
Adquisición equipo -cabulleria, fondeo, herramientas,
accesorios, material de seguridad y pesca, etc. 39.239
TOTAL 234.392
Construida por el carpintero de ribera D. Ramiro Rodríguez Rodríguez en la playa de Ézaro.
Se tardó aproximadamente diez meses en la construcción de esta embarcación típica de pesca y tráfico interior de la ría de Corcubión y aledaños.
Descargar 11 documentos "Carmiña"
Basándome únicamente en las fotografías anteriores, en 1996 tracé un plano de formas que resultó un poco más grande que el original.
Descargar plano formas Carmiña.tif (117326)
Al poco de vender la Carmiña, mi progenitor viajó a Ezáro y se puso de acuerdo con el mismo carpintero de ribera para construir otra embarcación semejante, con algunas modificaciones para hacerla más habitable. A esta última la bautizó como “Juny”, a mí nunca me gustó esteticamente, pero esto es otra historia.
Román Sánchez Morata 23-07-2018
Fotografías de Francisco Morata Penalba, Román Sánchez Damián, Manuel Sánchez Damián y Carlos Morata Penalba.
Recuerdos de Francisco Morata Penalba, Carmen Sánchez Morata y Román Sánchez Morata.
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